Mientras tus manos
nos remuevan la tierra,
nos alimenten, y
nos acaricien,
y en un tiesto o
rincón, finjas un paraíso,
nuestra sabia
renovadora se seguirá expandiendo,
y floreceremos
como auroras en celo.
Después, cuando el
sol nos aplaste
nuestro matiz de
fuego,
fingiremos morir,
y en forma de pavesas,
volaremos al
cielo.
María Borrego R.
*
Ven a conocerme,
soy
Tu sensibilidad a flor de piel siempre me ha conmovido. Hoy también. Veo esas flores tropicales exuberantes que se meten por los ojos y estoy seguro que están visibles en algún tiesto tuyo y cuidadas por tí. Por eso están así de hermosas, no te quepa duda. Pero los versos también son como sables en forma de palabras que penetran y conmueven y conmueven. Un verano viví en Benalmádena en la zona del Hotel Tritón y ratifico lo que dices. Hay tierras y personas que se bendicen con poco. Un beso, amiga
ResponderEliminarMaría: tú eres Andalucía, con toda su belleza, naturalidad y armonía. Me alegro de verte por esta nueva andadura. Besos
ResponderEliminarMaría, tu poema tiene magia. Muy bello... Por fin nos vemos! guapa :)
ResponderEliminarUn beso