Mi pequeño rosal.
Esta preciosa mañana de primavera, mi rosal me
volvió a sorprender. Observé, que de un tallo muy menudo pero fuerte, brotaban dos capullos en el
mismo gajo.
-¡Oh!... no sois hermanos, sino gemelos; tendré que cuidaros
un poco más, se acercan días de lluvia y no quiero que os dañe, -Dije al
verlos tan indefensos. Desde ese día, movía el tiesto de un lado a otro, y les ponía en el más seguro rincóncillo de la terraza
para procurar su feliz nacimiento.
Así fueron pasando los días, y mis
gemelos, crecían felices sin signos de debilidad, gracias a mis cuidados.
Una mañana, al despertarme, recordé que no lo había puesto a cubierto como cada noche hacía, y me entristeció ver sus hojillas llenas de agua, embuchadas y doloridas por el azote que la lluvia les había proporcionado durante la noche; estaban tristes, lo supe al ver su tallo medio doblado. Como pude, procurando no hacerles daño, las sacudí suavemente y las puse al sol. Durante el día las vigilaba, las mimaba, acariciaba su tallo, y les animaba a seguir su evolución. Movía su tierra para que secara un poco, les hablaba, como hablaría a una parturienta con dificultades para dar a luz, con dulzura, pero con autoridad para que empujara y ayudara al alumbramiento, incluso puse música de mi tierra, alegre, la más bonita que encontré.
Sí... sí, que sé qué podéis pensarlo, pero os
aseguro que no estoy delirando. Amo a la naturaleza toda, Los árboles, las flores... especialmente, y con devoción, mis flores, y
amo a este rosal como no os podéis imaginar, porque lleva mucho tiempo haciendo feliz con las preciosas rosas que me regala.
Esta mañana por fin surgió el milagro. Los capullos regordetes, a pesar de la tormenta, se abrieron ayudadas por el resplandeciente sol de primavera y, del mismo soplo de la madre naturaleza, dos preciosas rosas gemelas se abrieron a mis ojos inundando mis pupilas de emoción y alguna lagrimilla.
Esta mañana por fin surgió el milagro. Los capullos regordetes, a pesar de la tormenta, se abrieron ayudadas por el resplandeciente sol de primavera y, del mismo soplo de la madre naturaleza, dos preciosas rosas gemelas se abrieron a mis ojos inundando mis pupilas de emoción y alguna lagrimilla.
¿Queréis saber cómo acaba la
historia? Comprobadlo.
"Una imagen vale más que mil palabras.
Carisdul.
María B. R.