Este arbolillo llegó a casa raquítico, casi muerto, estaba
arrinconado, abandonado en la escombrera esperando el tractor que se encargaba de llevarse las ramas y demás forraje después de la poda, limpieza y cuidados del campo en primavera para que de sus mejores frutos.
No sé porqué, pero me llamó la atención y le miré cuidadosamente para ver si realmente estaba seco, y al doblar una de sus ramitas, vi un
pequeño brote, estaba lánguido, quizás sufriendo, algo inevitable si llevaba tiempo sin agua ni cuidados,y aunque su tronco, su raíz, sabía de dónde sacar para seguir
alimentándolo, Era evidente, no había más sabia.
No dudé ni un segundo y lo
cogí para ponerlo en un plástico y echarle agua; estaba decidido, me lo llevaría a
casa y vería si podía curar esa enfermedad que me dijeron que tenía (según el entendido) era esa la arzón por la que lo
habían arrancado para tirarle, tenía "LEPRA".
-No te molestes en
cargar con él, María, está más seco que un fósil-, pero yo sabía que no era
cierto, había visto su brotecillo así que llegué a casa y lo puse en el mejor
sitio de la terraza, aunque eso no era difícil es enorme no le falta el sol
desde que sale el hasta que se pone, ni la agradecida sombra al caer la tarde
Fui al vivero y
compre todo para curarle y a pocas semanas observé cómo salían brotes por todas
sus ramitas y me sentí como la niña a la que por fin le hacen el regalo que tanto
deseaba.
Os podéis hacer una idea de mis cuidados sólo con verle
ahora. Está precioso y lleno de vida aunque creo que los melocotones van a
tardar, es muy chico, pero eso es lo de menos, lo importante es que le salvé.
Mis cuidados han hecho posible su recuperación total.
Cuidemos las plantas,
el Medio Ambiente.
Fotografías, relato y video María Borrego R
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Estoy publicando algunos post que tengo en los archivos del blog de la Comunidad y este es uno de esos post de hace cuatro años.
ResponderEliminarNota: Mi melocotoncilo sigue creciendo y sano. Jeje.
Pondré algunos de los comentarios que me dejaron,merece la pena conservarlos.
Ver el arbolito como estaba y como está ahora es una maravilla. A veces de la nada sale la vida y este tiene mucha gracias a que lo recuperaste. Además tienes un buen sitio para cuidarlo. A esperar que de sus frutos. Un abrazo
ResponderEliminarHola, María. En tu comentario veo tu gran sensibilidad. Gracias por tus visitas.
EliminarUn abrazo.
ResponderEliminarCaris...
Y la planta siente que la están curando, es un ser vivo, que siente que la están cuidando con amor, esmero, dedicación ¿y por qué? Porque también fue bendecida con el don de la vida, y por ese don compartido con nosotros, el beneficio es recíproco, porque mientras ella -la ahora, afortunada planta- se viste de brotes y verdores de esperanza y vida, a su vez, nos oxigena, nos da alegría, sombra, colorido y nos relaja, y es una firme promesa como en el caso de tu melocotoncillo, de sabrosos y jugosos frutos que en un futuro cercano harán la delicia de los tuyos. Además, esta gratificante sensación de haber ayudado a un ser tan indefenso como lo es una planta, o un animal herido, o un ser humano abandonado física y/o moralmente, es un salvoconducto para hallar la paz interior, a pesar de nuestras preocupaciones.
Besos... Caris.
PD. Admirable la recuperación que se aprecia en las tomas ¡Cuánta vida! Y el fondo musical... esta noche sueño dándote serenata con este bello huapango.
Muy bonita tu reflexión, Pensador, Gracias. Espero no te haya perjudicado el terrible terremoto, ni a tu familia tampoco, ya que por cercanía me preocupé al enterarme.¡Terrible!... Ya me contarás.
EliminarUn abrazo.
ResponderEliminarA UN OLMO SECO
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Un beso
Qué bonito poema, anónimo. Grande Machado.
EliminarMuchas gracias y un beso.