Poema al cortijo las Mezquitas. Para mi gran amigo José María Alcalde.
EXCLAMACIÓN.
Yo, una Mezquita abandonada,
reclamo mi lugar en el corazón de Andalucía,
porque soy leyenda y esta nunca silenciarse ni morir debe.
Estoy llena de vida, y, aunque a los ojos del hombre
ignorante,
crean que muero, que
mis piedras no me sostienen…
tengo el latir de vida nuevo:
de eso son testigos los vientos que me azotan
con furia cada noche para hundirme.
Yo aguantaré mil lunas y mil soles, y mil mareas
si el mar me llama, y a sus tormentas manda arrastrarme a
él,
firme aguantaré, porque tengo los siglos reclamándome,
y entre mis últimos vestigios, duermen las estrellas cada
noche
y bailan al amanecer los danzarines pájaros que en la besana
hacen sus nidos, ellos, y yo, hacemos lo que el hombre no
hace,
dar vida al pasado que en mí duerme.
Reclamo tu conciencia, y por un día, sólo por un día,
déjame ser tus manos, tus ojos y tu memoria,
verás, qué se siente entre ruinas caladas al cielo.
Ya verás, qué se siente al ver amanecer, ver, cómo
se oculta el sol a mis espaldas sin saber si mañana lo
volveré a ver,
o se hará la oscuridad para siempre en esta Historia que he
guardado siglos:
Historia que todo refrenda y nada vuelve.
Reclamo mi lugar en Al Ándalus, flor arraigada y florida.
Reclamo sacar los fantasmas que están robando mis sueños.
Quiero volver a ser lugar sagrado donde vengan a orar
los peregrinos, y Alá reciba sus cantos divinos.
Imploro... ¡me escucheis, hombres de bien,
que este lugar vuelva a ser consagrado,
nunca más sean líneas quebradas,
que este lugar vuelva a ser consagrado,
nunca más sean líneas quebradas,
sino patios luminosos, bendecidos y floridos.
No tardéis; tengo mi corazón, húmedo y dolorido,
Continuará.
María Borrego R.