Hace tiempo que quería volar igual que una mariposa, pero con el paso de los años y las
vivencias vividas, he decidido que quiero volar como vuelan nuestros pensamientos más
positivos. Sería maravilloso alza el vuelo e ir a donde me apeteciera, surcar los cielos
sorteando obstáculos, y en segundos, estar al lado de las personas que quiero, me necesitan,
y necesito. Pidiendo mucho, lo sé: atravesar los mares y llegar a islas paradisiacas, lugar a
donde estoy segura jamás podré llegar sin alas, ir a la busca del tiempo perdido donde
encontrarme con todas las ilusiones y metas que quedaron atrás, volar como acceso al
tiempo perdido.
Ya ves, lector... Soy una soñadora, un alma libre que no deja de pensar en volar, pero cuanto
más lo deseo más trabas surgen.
María B.
El alma libre, al contrario de lo que muchos puedan pensar, no supone evadir las
responsabilidades ni aspirar a una forma de libertad despreocupada donde los deseos viene
y van de forma errática. En absoluto.
El alma libre sabe por qué luchar: por aquello que ama, por lo que le identifica y hace feliz.
El resto carece de importancia.