domingo, 25 de septiembre de 2022

Para Pensador


Comentarios que llegan al corazón.
Gracias, Pensador.

Pensador dijo: 29 de agosto de 2014, 23:02.

Buenas noches, Carisdul:

Cómo no sentir presente la esperanza en cada entrega que nos regalas, si te siento como ese rayito de luz inundando mi alma, jugueteando entre mis dudas, alentando mi esperanza, guiándome a través de mis penas, hacia ese rincón olvidado donde viven mis recuerdos de tantos pedacitos de pan que me diera el cielo para ser feliz, y que tú, Caris, logras con tu dulzura recordarme que siempre hay también por qué reír... y agradecer.

Un abrazo, preciosa Caris.


 


Mi apreciado Pensador,

Permíteme compartir contigo una pequeña historia que llevará siempre en mi corazón, una que formará parte de mí hasta el último suspiro.

De niña, fui muy mimada, quizás demasiado, y creo que eso no fue del todo bueno para mi futuro de adulta. No me mostraron la otra cara de la vida, esa que nos toca descubrir cuando alcanzamos la madurez y aprendemos a caminar solas por nuestro propio camino.

Mi familia, especialmente mi abuela, "Mamá María", me colmaba de mimos y caricias, hasta el punto de hacerme sentir como la reina del universo. Desde que tuve uso de razón, mi mayor deseo era saberlo todo, especialmente sobre la naturaleza: el cielo, la tierra, los ríos, el mar... Todo me fascinaba. Y entre tantas historias que me contaron en mi infancia, hay una que quedó grabada en mi alma: una mañana, al despertar con fiebre alta, lloré desconsolada. No solo por no sentirme bien, sino porque había tenido una pesadilla que me dejó marcada. Pedía llorando, sin consuelo, ver el lugar donde nacía el arroyo que corría a las lindes del cortijo, ese arroyo que me hacía tan feliz cuando jugaba en sus aguas cristalinas.

Mi abuelo Antonio, un hombre dulce y bondadoso como pocos, me prometió que, cuando mi fiebre desapareciera, iríamos juntos a descubrir dónde nacía ese arroyo. Pero me advirtió que ese arroyo era muy travieso, como yo, y que nos pondría a prueba, dificultándonos el camino.

A los pocos días, cuando ya me recuperé, me subió a lomos de Vinagre, su caballo, que era "muy esaborío", como decían, ¡y de ahí su nombre! Yo, delante de mi abuelo, que sujetaba con fuerza las bridas, emprendimos la caminata hacia el nacimiento del arroyo. No puedo precisar cuánto duró el recorrido, pero debió ser largo, porque en ese tiempo, mi abuelo logró convencerme de que el origen del arroyo debía estar más lejos... mucho más. Me dijo que quizás nos perderíamos si se hacía de noche, y que sería difícil regresar. Él conocía bien mi miedo a la oscuridad, y sabía que pronto pediría volver a casa. Y así fue: acordamos que otro día volveríamos mucho más temprano.

En el camino de regreso, mi abuelo me contó un cuento hermoso sobre la esperanza, uno que nunca olvidaré. Ese relato, con el tiempo, se convirtió en un faro que me guía: me ayuda a mantener la esperanza, a no rendirme y a seguir siendo quien soy. 

¿Por qué te cuento esto, amigo Pensado? Solo pretendía decirte que no es bueno mimar tanto a una niña/niño, porque el río de la vida es un río emocional que ya de adultos/as vemos correr a nuestro lado, pero jamás nos seguirá cuando necesitemos de su agua fresca y cristalina.

Gracias por seguir caminando con nosotros, por la linde de este río que fue la Comunidad, donde un rosario de peces preciosos nadaba  sin saberlo a la deriva.

Un abrazo, Pensador.

Nota. Esaborío. (Definición andaluza)

Carisdul. María Borrego R.

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