Carisdul es un alma libre que no conoce fronteras. Más, descríbeme tú cuando camines por la senda de mi blog, lecto/ar. Cuando me leas, y cuando llegues a mi corazón. Descríbeme tú, pensador.
con mi mano llena de ilusión. La esperanza vive en nosotros. Las nubes, a veces, cruzan el desierto y se detienen A ver los sueños que nacen. en la ardiente arena. Se emocionan y lloran. Y acto seguido, Las lágrimas dan un respiro. a tan sedienta tierra. Es lo que llaman milagro.
María Borrego R.
Foto de mi mano. María B. R.
“El factor determinante para que nuestra vida sea un paraíso
o un infierno, es siempre nuestra actitud ante las cosas. Nuestra actitud es la
fuerza motriz más importante en todos nosotros, seamos conquistadores o
fracasados”
Erararo, intrépido, desconcertante. Escribía textos con el corazón roto que costaba descifrar, como cuando la garra de la incertidumbre herida se hace demasiado amarga.
Triste es descubrir que quedaban rescoldos del fulgor sereno.
de unas miradas que una vez interpretamos como afecto,
Es sobre el desencanto de volver a encontrarse con esa persona que una vez prendió ternura en la piel, y ver con desconsuelo la pobreza de su espíritu y de otros valores. Escribo hoy como ciudadana del mundo, sobre la ausencia y el vacío total.
porque la memoria es selectiva y dos palabras trazan un balsámico recuerdo, sin rescoldo de odio ni indignación, sólo el deseo de alzar la mano para una despedida con un blanco pañuelo batiéndose al viento.
Y yo me iré y se quedará el tiempo venciéndose.
y aun por el aire marcharán silbos de mi infancia,
y aún la tierra no habrá enjuagado las lágrimas de mis impotencias.
Y, ojalá, al pasar del tiempo, quede en alguna memoria.
una cueva de Altamira con frescos de mis avatares,
Ojalá que mi recuerdo en los presentes ocurra.
como el natural fuelle del pulmón,
como si acabara de salir por la puerta, y se quedara solo el tiempo venciéndose.
Porque es muy fácil ver la esperanza brillar desde tu alta cima.
Porque la paz está en ti aunque el vendaval y las tormentas te azoten y sabes compartirla.
Porque nunca sentí tanta seguridad hasta que irrumpíste en mí.
Porque me contagia tu fuerza, tu seguridad, tu obviedad.
Porque puede haber castillos más grades, más seductores, más altivos; pero no más distinguidos.
Porque nunca olvidaré, que, aún sin saberlo, me salvaguardaste de caer cuando sentía la flaqueza atenazarme.
Por todo lo que aquí escribo, y lo que nunca sabrás, quiero que sepas, que; aunque inevitablemente, un día nos distanciemos, te llevaré conmigo el resto de mi vida. Porque no podré olvidar lo que experimenté desde tu eminencia.
Y sigo protestando porque todo gira alrededor del petróleo, de poderosos mandatarios y mercaderes; porque falta razón y sobra tanta abundancia de fanatismo, para que el que viaje lo haga solo por turismo y no para dejarse el pellejo en un Cayuco para poder subsistir.
Protesto, para que los focos alumbren al meritorio, no al más
cuco y canalla.
Protesto, para que aprendamos y sea posible perder con honestidad y con reconocimiento por los esfuerzos realizados; para que al
venirse abajo nuestro castillo de naipes, para que en el momento del más sonoro
de los fracasos, progrese en nosotros la efervescente flor de la
perseverancia.
Protesto, para que aquellos maravillosos
años desmerezcan en fascinación ante los actuales y venideros: protesto
por tanta maldad que nos habita hasta los huesos: me quejo, porque la
palabra, y es una pena, contenga tanto la verdad como la mentira, y protesto, para que los ángeles de la guarda acudan puntuales a su empleo, y porque
siempre no sea demasiado tarde.
-¿Qué es la esperanza? -Me
preguntó cuando le dije que no había que perderla nunca.
-No sé, pero debe ser algo grandioso que nos ayuda a vivir en los momentos más
difíciles de nuestra vida, –le dije-
-¿La has visto o sentido cerca alguna vez?
-Muchas veces. –Le consté insegura.
Ayer, a la caída de la tarde, cuando el sol ya casi se ocultaba por la montaña,
este rayito entró a mi casa, jugaba saltando de un objeto a otro, como
queriendo decirme algo. Hoy vi claro su mensaje
Carisdul.
¡Venturoso
aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan, sin que le quede obligación de
agradecérselo a otro que al mismo cielo! Desconozco el autor de esta cita